Después de semanas de lidiar con la burocracia y la ineptitud algunos servidores públicos de la delegación Coyoacán en la ciudad de México, los patos sobrevivientes del Parque Huayamilpas fueron reubicados.
Llegamos al parque Huayamilpas el Martes 17 por la mañana. Estábamos decididos a hacer guardia hasta que algún empleado del lugar se hiciera responsable de la situación.
Quienes supuestamente debían atendernos eran el ingeniero Delgado Conde, subdirector de parques y jardínes y el licenciado Mendoza, secretario particular del director de servicios urbanos de la delegación Coyoacán. Sin embargo ambos personajes decidieron descaradamente ignorar nuestras llamadas, mensajes y visitas. Es indignante constatar cómo estas personas ostentan un cargo público sin la más mínima vocación de servicio. Qué decir del interés por el bienestar animal. Ese es nulo.
Al llegar al parque coincidimos con la PAOT (Procuraduría ambiental y de ordenamiento territorial), dependencia del gobierno del D.F. Cumplía con la inspección correspondiente dado que el parque Huayamilpas tiene una denuncia ciudadana por dejar morir a más de 60 patos bajo su custodia.
Desafortunamente los procedimientos que la PAOT debe llevar a cabo son largos y de ninguna forma podían resolver de inmediato la situación de las aves.
Quedaban solamente unos cuantos animales. Días atrás informamos que eran sólo 9, más tarde al entrar al lugar descubriríamos a 3 sobrevivientes más.

Nos encontramos con que el ‘llano seco’ de los patos estaba custodiado por policías armados que de inmediato intentaron impedir que tomáramos fotografías. Cabe mencionar que los parques del gobierno son espacios públicos y dicha prohibición no tiene fundamento legal.
Esperamos en el lugar a que alguien se presentara. Por supuesto el Ingeniero Conde no lo hizo ni tampoco contestó nuestras llamadas el Licenciado Mendoza.
Llegaron dos empleados. Uno de ellos se identificó como encargado del parque. Se trata de una persona prepotente que al principio se dedicó a negar la muerte de los animales. Lo acompañaba una mujer que ante cualquiera de nuestras propuestas respondía en tono quejoso que los patos no se irían de ahí.
-¿ Pretende que se queden sabiendo que se van a morir?
Le preguntábamos.
Sorprendentemente, la mujer no oia razones y a costa de la sobrevivencia de los patos, prefería que se quedaran ahí.
Decidimos pedir apoyo a una de las ciudadanas que reportaron a GEPDA este caso. Sabíamos que ella había estado en comunicación con un periódico. Y como imaginamos, la presión de un medio de comunicación importante como El Universal, logró más que incluso las leyes que protegen a los animales.
Con una orden directa del delegado, autorizaron la entrega y reubicación de los patos en el Canal Nacional.
Ya los esperaba la organización civil Club de Patos cuyo entusiasmo ha logrado lo increíble! rehabilitar un antiguo canal natural y convertirlo de un tiradero de aguas negras, en un hermoso espacio con agua limpia, plantas y patos.
Lo que siguió fue una discusión con el ingeniero Conde que, ante la orden del delegado, no tuvo más remedio que apresentarse, los otros empleados del lugar y los reporteros. Incluso con orden de un superior, los empleados del parque Huayamilpas se negaban a entregar a los animales. Finalmente tuvieron que acceder.
Tomó un par de horas atraparlos pues el lugar es grande y no contaban con redes.

Finalmente llegamos al Canal Nacional, GEPDA, la PAOT, el periódico El Universal y ciudadanos que preocupados por los hechos decidieron poner manos a la obra y acudir al rescate de la parvada.
Los miembros de Club de Patos nos esperaban. Nos explicaron que ellos custodian kilómetro y medio del Canal.
Se oyen graznidos por doquier. A lo lejos se ve una mancha verde. Se trata de una pequeña plántula que cubre el agua y que forma parte vital de la dieta de los patos. Es un festín para ellos. Al acercarnos y ver cómo las aves mueven la superficie, comprobamos que debajo de este tapete verde, hay agua transparente y limpia.
Uno a uno, los patos volaron al agua.
Su primer impulso fue sumergirse por completo. Estaban visiblemente exitados de estar nuevamente en el agua. Hacía meses, desde noviembre que estos bellos animales no tenían contacto con agua limpia.
Unos minutos después, cuando lograron sobreponerse al estrés del viaje y del cambio abrupto de lugar, empezaron a comer con entusiasmo. En Huayamilpas lo único que tenían eran tortillas rancias y pan viejo.

Poco a poco el grupo de sobrevivientes empezó a alejarse. Formados en fila india nadaron, perdiéndose de nuestra vista, en lo que ahora es su nuevo hogar.